Literatura en aragonés

Los primeros testimonios escritos en aragonés en la comarca Alto Gállego son los abundantes textos notariales medievales, datados entre los siglos XIII y principios del XVI, época en la que la lengua aragonesa era utilizada en los escritos de la administración pública y entre particulares.

La lengua aragonesa vuelve a reaparecer plasmada en papel a finales del siglo XVIII y a lo largo del XIX en los textos de las Pastoradas de Panticosa y de Yebra de Basa. Las pastoradas son diálogos teatralizados entre pastores, un mairal o caporal y su repatán. Las dos citadas se representan en la actualidad. La de Yebra de Basa se interpreta cada 25 de junio en el Puerto de Santa Orosia junto a un baile de palos o palotiau, acompañado de la música de un salterio: «Qué te parez, caporal, / ye berdad o que [he] charrato / toca ro chiflo chuflar», dice un fragmento de la Pastorada de Yebra, fechada en 1814. La de Panticosa se escenifica el 16 de agosto en la plaza del lugar. En la actualidad, son escritas por Graciano Lacasta Estaún y Ricardo Mur Saura, respectivamente.

En el pasado siglo XX y principios del XXI escribieron en aragonés textos de carácter costumbrista, en la mayoría de los casos, entre otros los siguientes: Félis Gil del Cacho, de Tramacastilla de Tena; Regino Berdún Castán, de Belarra; Leoncio Escartín Acín, de Molino Escartín de Aineto; José María Javierre, de Aineto; Máximo Palacio Allué, de Biescas; Ángel Larraz Lalaguna, de Pardinilla; o Fernando Otal Otal, de Barbenuta. En la actualidad, son varios los escritores modernos que continúan escribiendo en aragonés.

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